Willem de Kooning, Woman I (1950–52): cuando la figura se impone al gesto
- Diego Serrano

- 29 ago
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Actualizado: 1 sept

Introducción
Pocas pinturas explican tan bien la frontera porosa entre figura, gesto expresionista y campo abstracto como Woman I de Willem de Kooning. Realizada entre 1950 y 1952 y hoy en el MoMA, esta obra monumental (192.7 × 147.3 cm) se convirtió en emblema de la serie Women y en un laboratorio de recursos plásticos donde la figura femenina resiste —y a la vez se forma— dentro del torbellino de la materia pictórica.

Contexto: un giro hacia la figura en plena era gestual
Mientras gran parte de la New York School radicalizaba la abstracción, De Kooning volvió insistentemente a la figura sin renunciar al gesto y a la inmediatez del Action Painting. La gran retrospectiva del MoMA (2011) subrayó precisamente esa oscilación constante entre figuración y abstracción, lejos de una evolución lineal. Woman I condensa ese programa: la imagen aparece y desaparece en la misma superficie, como si el cuadro capturara un combate entre dos lenguajes que se necesitan.
Proceso: pintar, raspar, rehacer
Woman I no “sucedió” de una vez. De Kooning trabajó durante dos años, con sesiones en las que aplicaba capas, raspaba, arrastraba pintura y volvía a reconstruir la figura. Es un método de ensayo y error visible, clave para entender por qué la obra se lee en tiempos: vemos decisiones superpuestas más que una imagen final cerrada. Esa temporalidad del proceso se percibe en las transiciones de color, en los bordes “rotos” y en la vibración del dibujo.

Materialidad: óleo, pintura metálica y la lógica del estrato
La ficha del MoMA registra óleo y pintura metálica. Ese detalle no es menor: los metálicos aportan reflejos fríos y cambian con la luz, activando zonas donde el “fondo” cobra protagonismo; a escala real, esas chispas metálicas dialogan con empastes opacos y con veladuras que dejan asomar capas anteriores. Para observarlo de cerca conviene fijarse en:
Transiciones de carnación (rosas, ocres, verdosos) en senos, cuello y brazos.
Rastros de raspado y “bordes cortados” alrededor del torso.
Zonas de metalizado que enfrían áreas respecto a los naranjas y rojos.

Composición y dibujo: la figura como ancla
La frontalidad es contundente: hombros anchos, brazos en “asa”, caderas en abanico. Los ojos ocupan gran parte del rostro, la dentadura queda desnuda, casi sin labios, y el busto se impone con volumen exagerado. La figura “se sienta” pero el espacio es inestable: no hay perspectiva ortodoxa, sino planos que se abren y cierran conforme avanza la pincelada. La sensación es que la figura ancla el cuadro, mientras el resto del campo pelea por disolverla.

Cultura visual: de la Madonna al anuncio
Las lecturas canónicas señalan un doble sustrato: la gran tradición de la Madonna entronizada (la “señora sentada” que recorre siglos de pintura occidental) y la cultura de masas de mediados del XX (sonrisas con dientes, labios pintados, mirada maquillada). En estudios preparatorios De Kooning pegó bocas recortadas de anuncios; en Woman I sustituyó el collage por pintura, pero conservó el énfasis en dientes y ojos como signos. La mujer no es un retrato; es un arquetipo que absorbe iconografías históricas y mediáticas.


Abstracción figurativa / Expresionismo figurativo: lo que importa a Luyten
Woman I es un caso ejemplar de abstracción figurativa (o expresionismo figurativo):
Figura reconocible (cabeza, ojos, busto, brazos).
Gesto extremo (pinceladas que cortan, arrastran, borran).
Campo abstracto activo (zonas donde la figura se disuelve).
No hablamos de “hibridación” como moda, sino de una lógica pictórica: la imagen nace del proceso y se legitima por pintura, no por parecido fotográfico. En contraste con el hiperrealismo, que persigue control óptico y mímesis, Woman I renuncia a esa ilusión para construir una presencia que sólo existe en el acto de pintar. En nuestra línea curatorial —figuración con tendencia expresionista— esta pieza es fundacional.
Lecturas críticas y legado
La serie Women generó polémica por su agresividad: se ha leído desde la mirada masculina, la sátira de estereotipos femeninos y la violencia de la representación. Más allá del debate, su impacto histórico abrió camino a sensibilidades figurativas expresionistas en décadas posteriores y a relecturas contemporáneas (raza, género, medios de masas). La lección formal, sin embargo, sigue vigente: la capacidad de la pintura para producir cuerpo y espacio sin ceder su autonomía material.
Conclusión
En Woman I la figura no está “pintada encima” de la abstracción: emerge de ella. De Kooning demuestra que la figuración puede ser radical cuando se juega su existencia en la materia y en el gesto. Pregunta abierta para el presente: ¿qué sucede cuando la imagen figurativa deja de ser objetivo previo y pasa a ser consecuencia del propio pintar?
Referencias consultadas
Museum of Modern Art (MoMA), ficha y audioguía de Woman I.
Smarthistory, análisis contextual de la serie Women.
The Art Story, perfil de Willem de Kooning y análisis de la serie.
The Met y Tate, estudios con collage y procesos en torno a la serie.
The New Yorker, crítica de la retrospectiva de De Kooning (2011).
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